domingo, 8 de diciembre de 2013

Religión como principio de autoridad

Ateísmo y agnosticismo, palabras que a día de hoy han quedado vacías de significado y que en el imaginario social parece que solo responden a una crítica poco profunda contra el papel de la Iglesia, quedando reducidas al debate simplista de si es desmesurada o no su riqueza o si debe impartirse la asignatura de religión en las escuelas.
Pero el ateísmo, y en definitiva la crítica al idealismo teísta, va más allá. En primer lugar, si hay algo que se debe criticar de la religión -y en general de la metafísica idealista- y la idea de divinidad, es que en ella reside el principio de autoridad, jerarquía y su inevitable resultado: la desigualdad.


Primero, es necesario esgrimir, brevemente, la evolución de la religión en el ser humano; Como ya dijo Bakunin, la religión es el primer despertar de la razón de forma errada y que llevará al ser humano por distintas etapas: El fetichismo (divinización de un objeto común y cotidiano o un animal o vegetal) , la religión de los brujos( esto es, la divinización de personas y “elegidos”), la divinización de un objeto muy lejano( como el Sol o la Luna) y por último la divinización de un ser supremo, invisible e inmaterial.
La religión y su idea de divinidad, santos y milagros no son más que productos del ser humano nacidos a partir del miedo y fantasía humana. Desde los albores de la humanidad nosotros, los humanos, hemos dado un significado “mágico” a todo aquello que no podemos –o no podíamos- darle explicación lógica alguna. A partir de estas atribuciones, el ser humano crea una especie de supra-mundo imaginario, paralelo al mundo real, que debe ser amado y elevado a la más absoluta verdad, atribuyéndole valores de justicia y emociones como el amor.

Es tan grande la “distancia” entre el mundo terrenal y el divino que, tan solo se puede acceder a él mediante la revelación divina, una revelación que  no puede ser conseguida por cualquiera sino por los que llamamos “elegidos”. Es aquí cuando entra en juego –y empieza- el principio de autoridad de la religión, puesto que esos determinados individuos que captan la revelación divina son los nuevos sacerdotes y gobernantes del mundo terrenal.
Como bien apuntaría Mijaíl Bakunin “La religión es el despertar de la razón bajo la forma de sinrazón”, es decir, bajo una forma errónea, luego el progreso de la humanidad es la corrección gradual de esa falsedad que es la religión y principio divino. Por ejemplo, con la idea de Dios, conceptos como el amor, justicia y verdad se nos presentan como conceptos absolutos y a la vez rodeados de misterio y que por ello solo pueden conocerse mediante la revelación divina por parte de sacerdotes,  gobernantes y “elegidos”. Es aquí donde empieza la esclavitud del hombre por el hombre. Si algo es cierto, es que no hay argumentos ni pruebas racionales y lógicas que atestigüen la existencia de Dios. Es tarea y objetivo primordial eliminar de la mente humana toda idea de divinidad que llevamos cargando des de hace tantos siglos. Tan solo así se podrá dar un gran paso por lo que respecta a la liberación del género humano.
Pero para liberarse de la idea de Dios no solo bastará con decir que es falsa e ilógica, sino demostrar y argumentar cual ha sido el origen y papel histórico del principio divino. 

La conclusión es que, el anti-teologismo es verdaderamente una crítica al principio de autoridad y jerarquía. Una autoridad jerárquica que siempre está ligada a una metafísica que nos postula el mundo como un ‘algo’ inmutable y convenciéndonos de que no puede ser cambiado por el ser humano.


“Si Dios existiese, sería necesario abolirlo”.  Mijaíl Bakunin