jueves, 2 de enero de 2014

Educación y autoridad

Partiendo de la base de que el Estado es fuente de sujeción y autoridad impuesta a los individuos en desmedro de su desarrollo individual y social, hay que hacer una crítica igualmente ferviente y severa contra a la institución escolar y el sistema educativo estatal ya que es una herramienta más del Estado para ejercer un mayor control sobre los individuos y tendiente a perpetrar  una ideología dominante basada en la supremacía estatal y capitalista. Podríamos decir, pues, que, por norma general, los distintos Gobiernos y Estados se han cuidado de ejercer su control sobre la educación del pueblo para así ‘crear’ individuos que actúen y piensen igual que la clase e ideología dominante. 

La autoridad en la educación

El principio de autoridad es la raíz de la crítica libertaria. Fauré lo definió como “la causa del dolor universal”. Podemos comenzar a comprender la crítica a la institución educativa por su gran arraigo sobre el principio de autoridad en el que se justifica y se funda. Si la educación tradicional consolida y perpetua la hegemonía estatal y capitalista, la “nueva educación” deberá convertirse en un arma fundamental contra la supremacía estatal y la clase dominante capitalista donde el sistema educativo no transforme al individuo en esclavo de unas ideas que no le son legítimas.

La existencia de un programa educativo único que se aplica sobre la totalidad del alumnado pasando por alto los diferentes ritmos, necesidades, capacidades, sentimientos, virtudes o dificultades del cualquier tipo, es el punto donde se concentran las críticas libertarias hacia la educación tradicional. En este sentido, llegamos a la conclusión de que la concepción de la educación tradicional no ayuda a la emancipación social de la clase oprimida, todo lo contrario, ya que solo fomenta el individualismo y competencia de los individuos.

La desviación autoritaria de la educación, es la raíz común de todas las críticas provenientes de los distintos sectores libertarios y que se vierten sobre la institución educativa. El alumno, desde pequeño, no estudia para estimular sus capacidades, sino para memorizar (que no interiorizar) unas ideas y teorías incuestionables que deberá plasmar de manera totalmente mecánica en un examen o prueba final. Estos serán aplicados a partir de un sistema de recompensas y castigos, según sean valoradas las conductas del alumnado por un tercero, ya sea el maestro o antiguamente el cura, contribuyendo, así, junto al Estado, al afianzamiento del sistema socio-económico imperante, acostumbrando a los niños, desde el primer día que entran en la escuela, a una competencia devastadora con sus compañeros y compañeras. 

Llegados a este punto, debo decir que no se puede prescindir de autoridad en ningún modelo educativo. No hay que obviar que se establece una relación desequilibrada entre maestro y alumno en tanto que los roles y características de emisor y receptor son distintas, el maestro sabe más que los alumnos, en su intervención hay una intención didáctica evidente y por ello el alumnado en general debe mostrar cierto respeto, siempre reservándose el derecho de crítica y nunca dejando que ese maestro o profesor, por el mero hecho de serlo, se imponga sobre su persona. Así pues, es factible justificar algún resabio de autoridad sobre la figura del profesor, pero no cualquier tipo de autoridad.

Llegados a este punto es importante clarificar algunos conceptos, el profesor debe tener autoridad, que no autoritarismo. La autoridad es una facultad que te dan los demás y que se basa en la confianza del otro. Esta autoridad de la que serán portadores los “nuevos” profesores en el nuevo sistema educativo, consistirá en hacer despertar en los alumnos interés por el aprendizaje a través de la razón, pero sin que nunca el profesor o maestro sea superior a los demás individuos. Podríamos decir que el principio de autoridad está justificado, por necesario, cuando es aplicado sobre niños y niñas de edad temprana ya que aún están desarrollando su sentido de la razón, pero a la vez se debe ir descendiendo dicha autoridad conforme el niño o niña vaya creciendo.

Además, habría que añadir que la educación ya no se impartirá en las aulas comunes a las que hoy estamos acostumbrados sino, y como decía Bakunin:

“…no serán ya escuelas, sino academias populares, en las
cuales no podrá hablarse ya de escolares y de maestros, a donde
el pueblo irá libremente a recibir, si lo considera necesario, una
enseñanza libre, y en las cuales enriquecido por su experiencia,
podrá enseñar a su vez muchas cosas a los profesores que le
proporcionarán los conocimientos que él no tiene”

De esta manera vemos como la autoridad no es técnicamente eliminada del modelo educativo alternativo y libertario, pero sí muy limitada y transformada.

Como decía el teórico anarco-individualista Max Stirner(el mismo que se encargó de reducir y limitar la autoridad del maestro o profesor dentro del sistema educativo y la escuela): “los educadores tienen la tarea no tanto de instruir y civilizar como de promover la creatividad, y merece el nombre de escuela sólo la que intenta formar espíritus libres”.

Trabajo manual y trabajo intelectual

Una de las principales críticas desde el movimiento libertario hacia la educación tradicional es la división entre el trabajo manual y el intelectual.

Se entiende que la burguesía resulta bastante beneficiada con la dación del trabajo intelectual, quedando de esta manera reservada para las clases populares el trabajo manual. Así pues, este último, es el que requiere mayor esfuerzo físico, menor reputación social y peor remuneración.

Desde la perspectiva libertaria, para poder superar esta situación se debe promover una “instrucción integral” que forme a los individuos en trabajos tanto intelectuales como manuales, igualando así las condiciones de partida de los integrantes de la sociedad.

Llegados hasta aquí, podemos concluir que todas las propuestas educativas surgidas del movimiento libertario y anarquista son enfocados hacia la estimulación tanto intelectual como manual del alumnado. Tanto en Bakunin, y en Kropotkin vemos la importancia dada a un nuevo modelo educativo alternativo al tradicional para poder lograr al fin el triunfo revolucionario.

A modo de conclusión expongo aquí que a día de hoy la escuela, tanto pública como privada, es un instrumento fundamental para el desarrollo, mantenimiento y afianzamiento del sistema socioeconómico individualista y capitalista donde ya no se busca que el pueblo se mantenga sumido en la más estricta incultura e ignorancia.

Por la fase del capitalismo en la que vivimos, se necesita un pueblo instruido mínimamente para que el sistema económico no desfallezca. Por ello, los distintos Gobiernos y Estados han deseado una organización más completa y eficaz de la educación y de la escuela, pero no porque quieran realmente a un pueblo culto, sino porque precisan de individuos, obreros, instrumentos de trabajo cada vez más perfeccionados y cualificados para que sigan teniendo éxito las grandes empresas y en definitiva, todo el sistema socioeconómica actual.

De esta manera solo se pretenden crear personas competitivas que acaban siendo anuladas a nivel personal y moral sin tener opción de elegir libremente según sus propios intereses, viéndose abocado a elegir lo que solamente implique mayor rentabilidad económica. Se produce un auténtico amaestramiento y adoctrinamiento  desde que los niños y niñas entran en la escuela, inculcándole falsos valores, ya sean patrióticos, religiosos o capitalistas e individualistas limitando así su libertad individual de pensamiento.

Podemos decir que la escuela actual, el sistema educativo tradicional, persigue un solo objetivo: el afianzamiento de la hegemonía del Estado y la consolidación del sistema económico capitalista. Por tanto, y ya para finalizar, concluimos que sería ingenuo confiar en las reformas educativas perpetradas por el mismo Gobierno o Estado puesto que este no va a permitir que con un cambio educativo se transformen los cimientos del sistema imperante y pongan así en peligro sus privilegios sociales y económicos.


"Los gobiernos se han cuidado siempre de dirigir la educación al pueblo, y saben mejor que nadie que su poder está casi totalmente basado en la escuela, y por eso la monopolizan cada vez con mayor empeño"

Francesc Ferrer i Guardia.