sábado, 31 de enero de 2015

Buenaventura Durruti. El Héroe del Pueblo

Decía el poeta valenciano Miguel Hernández que “una gota de pura valentía vale más que un océano cobarde” y, qué razón tuvo, pues fueron millones de gotas de pura valentía las que se enrolaron en las filas del Ejército popular republicano, las milicias anarquistas o incluso venidas desde el extranjero en las Brigadas Internacionales, todos y todas a una para combatir la sublevación franquista en julio de 1936. Sin duda hay que mostrar el mismo agradecimiento a toda persona que luchó y murió por la libertad, pero también es cierto que hubo personalidades que fueron más relevantes que otras, bien fuera por su capacidad estratégico-militar, ya sea por su habilidad en el campo de batalla o incluso por sus carisma y oratoria.  Es por eso que en este presente artículo queremos rendir homenaje y, a la vez, darlo a conocer más aún, al que fue vaticinado como “Héroe del Pueblo”. Sin duda alguna, estamos hablando del líder anarquista Buenaventura Durruti.


Buenaventura Durruti y Domingo, hijo de Anastasia y Santiago, ama de casa y ferroviario, respectivamente, nació un 14 de julio de 1896 en la ciudad castellana de León.
Con tan solo cinco años empezó a cursar la educación primaria y, cumplidos los diez años,  pasó al instituto, situado por aquel entonces en la Calle Misericordia. Buen estudiante para las letras y de “sentimientos muy nobles” dejó escrito su profesor de secundaria, Ricardo Fanjul.

Durruti empezó, como era usual en aquellos tiempos, a trabajar a una edad temprana. A los catorce años entró como aprendiz en un taller de mecánica hasta los dieciocho años, a partir de entonces encontró su primer trabajó en las minas leonesas, concretamente montando lavaderos para la mina, en la localidad de Matallana de Torio. Desencadenada la primera guerra mundial, en 1914, y, siguiendo los pasos de su padre Santiago, entró en la compañía de ferrocarriles del Norte en el puesto de mecánico montador.
Fue a partir de este año en el que Buenaventura tuvo sus primeros contactos con la lucha obrera y sindical. Aunque León era una ciudad mayormente dominada por el clero y la aristocracia, existía una importante actividad del PSOE y de UGT, a la cual perteneció Durruti en sus primeros periplos como sindicalista. Ya con los dieciocho años recién cumplidos, por su naturaleza rebelde y revolucionaria, comenzó a hacerse un hueco entre las filas de la lucha obrera y su nombre era cada vez más conocido entre los centros mineros.

Su activismo primigenio se basó en participar activamente en las reuniones sindicales e ir a los centros de trabajo a dar charlas y movilizar a la clase obrera leonesa y castellana. Fue en 1917 cuando Buenaventura cambió la UGT por la CNT, después de una huelga revolucionaria durante ese mismo año acaecida en León. Y he aquí su primer “exilio”, pues al ser ya una persona con renombre revolucionario, y más aun después de su descomunal actividad en esa huelga, fue despedido de su compañía ferroviaria y tuvo que marchar a Gijón para dejar de sufrir el acoso y boicot de la patronal leonesa. Fue en la ciudad asturiana donde conoció las teorías anarquistas de Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin, gracias a su amigo, también anarquista, Miguel Buenacasa, quien fue primer secretario general de la CNT y director del famoso periódico “Solidaridad Obrera”. El boicot por parte de la patronal gijonesa no se hizo esperar y tuvo que exiliarse a Francia, donde conoció a anarquistas de renombre a nivel europeo como Sebastian Faure. En unos meses, comenzado 1920, regresó al Estado español ante los rumores de posible revolución social, pero esta vez a San Sebastián. Sin embargo, al ver que era una ciudad “a la que nunca le pasaba nada” acabó en una ciudad donde al contrario que San Sebastián siempre pasaba algo. Esa ciudad era Barcelona, conocida en aquella época como “La rosa de foc” o “La ciutat de les bombes”, donde conoció al mítico líder cenetista Ángel Pestaña.

A Durruti le cogió de lleno lo que en historia se conoce como “El pistolerismo”, que fue una etapa de nuestra historia, años ’20, caracterizada por la utilización de sicarios armados por parte de la patronal que se dedicaban a dar ‘matarile’ a sindicalistas y demás revolucionares en plena calle, y siempre con la ayuda desinteresada de las fuerzas de orden público. Ante esto, Buenaventura Durruti fue alternando su estancia entre Barcelona y Zaragoza para tomar partida activamente en la lucha contra el pistolerismo, como era de esperar, utilizando los mismos métodos. No había anarquista que no llevara siempre encima una Colt 45 o la mítica pistola ‘Star’ como forma de defenderse de los ataques de los “pistoleros”. Fue aquí donde se creó el famoso colectivo “Los Solidarios”, anarquistas raudos y con buena puntería que supieron poner en jaque a la policía y a los sicarios de la Patronal.
Durante toda la década de los años ’20, Buenaventura Durruti ya era un revolucionario conocido en toda Europa, tanto por los gobiernos, como por las clases trabajadoras, gracias a actuaciones como el intento de asesinato del Rey Alfonso XIII en la ciudad francesa de París. Gracias a estas acciones, su vida entonces estuvo marcada por las largas estancias en prisión y el exilio continuo de país en país. La rutina era siempre la misma, intentar buscar trabajo con nombre falso en algún país europeo, y una vez descubierto por la policía huir hacia otro Estado y vuelta a empezar.

Con la llegada de la Segunda República Española, en 1931, Buenaventura Durruti y sus camaradas volvieron a su España natal, pero esa república decepcionó a las masas revolucionarias y trabajadoras. El primero de mayo de 1931 se sucedió una gran manifestación en la ciudad condal de más de 10.000 personas exigiendo al gobierno republicano la libertad de los presos políticos y “reformas sociales urgentes”. ¿Cuál fue la respuesta del Gobierno? Enviar a la Guardia Civil y a varios pelotones del ejército a disolver, por la fuerza, esa manifestación. Pero la capacidad de convencimiento y credibilidad que tenía Durruti hizo algo que dejó boquiabierta a toda persona manifestante: Consiguió convencer a los pelotes del ejército que usaran sus armas contra la Guardia Civil. Y así fue.
Convirtiéndose en estandarte máximo de las pretensiones revolucionarias y de la CNT a nivel español fue máximo partícipe de todos los acontecimientos revolucionarios desde 1931 hasta 1936 y en toda intentona insurreccional. Se acercaba julio de 1936, pero ya dos meses antes, en el Congreso de Zaragoza de la CNT se denunció públicamente la conspiración militar que se produciría en poco y se hizo un llamamiento a la revolución.

Buenaventura Durruti provocó tal agitación y efusividad en las masas trabajadoras que el mismísimo ‘President’ Companys le citó a él y a Garcia Oliver para establecer una entrevista e intentar unir lazos entre la Generalitat y la CNT. La única condición de la CNT era dura: Armar al pueblo. La Generalitat desoyó la propuesta.

19 de julio de 1936, cinco de la madrugada y las tropas militares comienzan la sublevación que sumiría España en tres años de cruenta guerra civil. Setenta y dos horas después del inicio de la sublevación, Joan García Oliver, desde Barcelona anunciaba por la radio que el pueblo de Barcelona en armas había vencido al fascismo. Desde ese mismo instante, en toda Cataluña, ocurre algo único y sin precedente en la historia: Desaparece el poder del Estado. El Estado ya no existía más que de nombre, toda fuerza representativa se había fundido en el pueblo. Desde ese momento, comienza un control absoluto de la CNT y de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) tanto en Barcelona como en el resto de Cataluña. Companys no tuvo otra alternativa que ceder el poder a los que habían salvado al pueblo de la sublevación facciosa, y en la reunión con los delegados de la CNT y de la FAI dejo una frase para la historia: “Ante todo tengo que deciros que la CNT-FAI no ha sido tratada como merecía. Hoy sois dueños de la ciudad y de Cataluña porque solo vosotros habéis vencido a los militares fascistas. Todo el Poder ahora es vuestro. Si no me necesitáis, o no me queréis como Presidente de Catalunya, decídmelo ahora, que yo pasaré a ser un soldado más en la lucha contra el fascismo”.  

Desde los primeros meses de la guerra, las milicias anarquistas empezaron a sufrir las trabajas y obstáculos que ponía el gobierno republicano a la hora de ofrecer material militar o víveres de subsistencia, pero eso no aplacó el espíritu revolucionario del movimiento anarquista.
Entre octubre y noviembre de 1936, hubo el punto de inflexión, las tropas franquistas tenían asediada la ciudad de Madrid y el pánico entre las esferas gobernantes republicanas fue tal que se vieron ante la necesidad de hacer algo no muy deseado: recurrir a Buenaventura Durruti con el propósito, y bien que lo sabían, de levantar la moral de los combatientes ‘rojos’. Y así fue, la Columna Durruti partió desde Barcelona para llegar a Madrid el día doce de noviembre, lo que supuso un soplo de aire fresco en la lucha contra la reacción fascista. Desde ese día hasta el día de su muerte, Durruti no tuvo ningún momento de reposo.

No obstante, llegó el día fatídico. Hacia las dos del mediodía del 19 de noviembre recibe en su pulmón izquierdo una “bala perdida”. Se le llevó con carácter de urgencia al hospital de las milicias catalanas instalado en el Hotel Ritz. Se le practicaron varias intervenciones quirúrgicas sin éxito, a lo que murió el día 20 de noviembre de 1936 a las seis de la mañana. ¿Qué hacer desde ese momento? Tanto la CNT como el gobierno republicano lo tenían claro, la muerte del que hasta ahora había sido el “Héroe del Pueblo” y la viva imagen del antifascismo, no podía anunciarse ya que eso desmoralizaría a les combatientes del bando republicano y anarquista. Su cuerpo fue trasladado de incognito a Barcelona, donde sería enterrado el veintitrés de noviembre, convirtiéndose en el mayor funeral con asistencia de la historia de Catalunya, superando a quien ostentaba el récord hasta esa fecha, Francesc Macià.
Una vez anunciada su muerte, la misma pregunta se generó entre la masa obrera y campesina: ¿Quién mató a Buenaventura Durruti? Hay cuatro teorías, que a día de hoy, no han sido ni confirmadas ni desmentidas.

  1. Durruti ha muerto a causa de la bala de su propio ‘Naranjero’ al resbalar en el momento de bajar de un camión.
  2. Durruti ha sido asesinado por los anarquistas más reformistas que querían acercarse a posturas más moderadas y creyeron necesario acabar con les líderes más revolucionarios.
  3. Buenaventura Durruti es asesinado, también por anarquistas, pero por los más revolucionarios, que ven con recelo su “acercamiento” y trata amistoso con les comunistas de Madrid.
  4. Durruti es asesinado, por orden de Stalin, por la OGPU (policía soviética) pues su gran fama ponía en peligro los planes del Partido Comunista Español.


Terminaba así el sueño revolucionario de un ferviente anarquista como fue Buenaventura Durruti y Domingo. Admirado por todo el proletariado, incluso muy querido entre las filas del PCE y del PSUC, tuvo que dejar al proletariado revolucionario huérfano muy tempranamente. El camarada Durruti comprendió que anonimato y anarquismo debían ir de la mano, que nunca se debían caer en vanidades ni delirios de grandeza. Durruti vivía al margen de cualquiera de estos asuntos, él vivía con sus camaradas como uno más, luchaba codo con codo, en la misma barricada con todos sus compañeros. Era un ejemplo luminoso para la clase trabajadora, un pozo de entusiasmo. Aunque sus camaradas lo consideraban un “caudillo revolucionario”, él nunca se tomó como tal, fue un hombre caracterizado por su modestia, apasionado por la lucha y derrochaba entrega entera a la gran causa de la revolución social. “Durruti no mandaba, convocaba” decía su compañero Karl Einstein. Era la convicción con la que contaba sus estrategias y procedimientos era lo que provocaba que todo el mundo, sin discusión, acatara sus órdenes. No obedecían a ningún general ni a ningún superior, le obedecían porque sabían que, como el resto de camaradas, tenía un propósito a conseguir: La emancipación de las clases oprimidas.

"Ningún gobierno lucha en contra del fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les escapa de sus manos, alzan el fascismo para mantener sus privilegios." Buenaventura Durruti. 

martes, 27 de enero de 2015

Catecismo Revolucionario

Si hay algún nombre que se toma, desde hace más de un siglo, como estandarte máximo del anarquismo, es sin duda Mijaíl Aleksándrovich Bakunin, miembro de la nobleza rusa que no dudó en desprenderse de sus privilegios para unirse a las clases oprimidas y desposeídas, para seguidamente transmitirles su pensamiento revolucionario. Su legado teórico es sin duda uno de los que, después de doscientos años, ha mantenido despiertas millones de consciencias revolucionarias en todo el mundo. Mijaíl Bakunin nos muestra en su “catecismo revolucionario” los principios generales que deben regir a toda persona revolucionaria, según su criterio, y el tipo de organización político-social por las cuales deberán regirse los países después de la Revolución Social.



Principios Generales:
Para Bakunin fue primordial que toda persona revolucionaria negara la existencia de un Dios real, extramundial y cualquier tipo de revelación divina que tuviera, teóricamente, intervención en los asuntos del mundo y de la humanidad. Es pues, para Mijaíl, el ateísmo el primer paso para despojarse de la moral dominante y ser revolucionaria. Bakunin pretendía así que se reemplazara el culto a Dios por el respeto y el amor a la humanidad, afirmando el raciocinio como único criterio de la verdad.
Bakunin proseguía con sus principios generales determinando que “en absoluto es verdadero que la libertad de un hombre esté limitada por la de los otros”, pues el ser humano solamente es libre más que cuando se encuentra entre otros hombres libres”. Encontramos pues, que para el anarquista ruso, la libertad del ser humano solo es posible en la medida en que todas las demás personas son libres. Esto es, que solamente en igualdad social y política, la libertad es realizable.
Para el teórico ruso era menester la exclusión absoluta de todo principio de autoridad y de razón de Estado. La sociedad humana, en su fase última de evolución, debía asentarse sobre la base de la libertad, “que ha de llegar a ser el único principio constitutivo de su organización política y económica”. Encontramos pues, que la nueva organización política y social debe partir de abajo arriba y de la circunferencia al centro, regido por los principios de libre asociación y federación.

Organización política:
Si bien Mijaíl Bakunin esbozó que era imposible determinar una norma concreta y obligatoria en lo que concierne a la organización nacional de cada país, pues cada país se regirá por unas condiciones historias, geográficas o culturales que acabarán determinando las formas de organización política básicas. Aun así, si que el ruso determinó condiciones que consideró indispensables para toda comuna o nación después de la Revolución social. La primera condición que propuso Bakunin fue la abolición total de toda religión oficial y de toda institución religiosa privilegiada por el Estado, lo cual no debe confundirse con la prohibición del culto religioso, pues Bakunin, seguidamente mantenía la necesidad de la libertad absoluta de conciencia y de propaganda religiosa, además del levantamiento de templos de culto, siempre y cuando no repercutiera en un gasto adicional para la nueva sociedad. Además, añade, que las iglesias y demás instituciones religiosas, aparte de no gozar de ningún tipo de privilegio económico, no podrán acumular ni heredar ningún tipo de bien común, a excepción de viviendas y centros de oración. Además, se le prohíbe la ocupación de cargos educativos.
Abolición  de los rangos, privilegios y cualquier tipo de distinción que ponga en entredicho la igualdad absoluta de los derechos políticos para toda persona, mujer u hombre. Derrocamiento total del “Estado tutelar y centralista” que empobrece y esclaviza al pueblo. El sistema educativo debe pasar de un control total y centralizado del Estado a un control provincial y comunal, al igual que la abolición de la “magistratura del Estado”, debiendo ser todas las jueces elegidos por el pueblo. Abolición total de toda la administración central del Estado burgués, de su burocracia, de los ejércitos permanentes y de la policía del Estado.
Para el ácrata ruso debía ser inmediata la elección directa de todo el funcionariado público y judicial, así como los demás representantes o consejeros nacionales, provinciales y comunales, por el pueblo. Y reorganización del interior de cada país después de la victoria en la Revolución Social, tomando como punto de partida la libertad de las clases populares, de las asociaciones productivas y de las comunas (municipios y provincias).
Derechos individuales:
En este aspecto Mijaíl es muy claro y conciso, y no distó mucho de sus compañeros marxistas. Bakunin dejó escrito que toda persona, hombre o mujer, debía tener desde el mismo momento de su nacimiento, hasta la mayoría de su edad, el derecho a ser completamente mantenido, defendido, protegido e instruido por todas las escuelas primarias, secundarias y superiores a expensas de la sociedad. Es, para Bakunin, de necesidad imperiosa el establecimiento de una administración pública que asegure a todo individuo las mismas oportunidades y herramientas para desenvolverse libremente. Este principio, espeta Bakunin, es contradictorio que el derecho de herencia, que provoca una clara fractura en la igualdad social de la cual deben partir todas las personas desde su nacimiento.

Organización política nacional:
Como hemos dicho más arriba, Mijaíl Bakunin nos dice que la organización política nacional variará en determinadas cosas según el país del que hablemos, pero básicamente la división administrativa y territorial deberá ser la siguiente:   Administración central/nacional, región, provincia, distrito (comarca) y comuna (municipio). Hay dos principios comunes obligatorios que determinó Bakunin para todo país que abrazara su teoría: Toda organización debe proceder de abajo arriba, de la periferia al centro, a través de la federación de comunas, provincias y así hasta llegar a la unidad central de cada país. Y que, entre la unidad mínima, es decir, la comuna, y el estado (que no Estado) debe haber al menos un intermediario: el departamento, la región o la provincia.
La base de toda esta organización debe ser la comuna, totalmente autónoma y representada por sus delegados y delegadas elegidas mediante el sufragio universal de toda mujer u hombre. Vemos así, como la organización política y territorial del pensamiento bakunista responde a lo que hoy se conoce como “municipalismo libertario”.
Las provincias surgirán de la libre federación entre distintas comunas autónomas. Comprendiendo un parlamento provincial (Diputación) de una sola cámara compuesta por las representantes de todas las comunas. Este parlamento provincial  debe tener la única misión de establecer, y resguardar, los principios fundamentales que habrá de constituir la carta provincial y de cumplimiento obligatorio para toda comuna que esté en el interior de esa provincia. Todo parlamento provincial establecerá una legislación provincial en relación a los deberes y derechos respectivos tanto a individuos como a asociaciones productivas y comunas, también se establecerán las penas que serán impuestas a cada uno en caso de infracción de esas leyes establecidas, dejando espacio para que cada comuna diverja en puntos secundarios, nunca en la base, de las leyes provinciales.

“El parlamento provincial establecerá la carta constituyente de la federación de comunas, sus derechos y sus deberes respectivos, así como sus deberes y derechos respecto al parlamento, a los tribunales y al gobierno provincial. Votará todas las leyes, disposiciones y medidas ordenadas, sea para las necesidades de la provincia toda entera, sea por resoluciones del parlamento nacional, sin perder nunca de vista la autonomía provincial ni la autonomía de las comunas. Sin inmiscuirse nunca en la administración interior de las comunas, establecerá parte de cada uno, ya en los impuestos nacionales, ya en los provinciales. Esta parte será repartida por la comuna misma entre todas sus habitantes. Controlará, en fin, todos los actos, sancionará o rechazará todas las proposiciones del gobierno provincial, que será naturalmente siempre electivo. El tribunal provincial, igualmente electivo, juzgará sin apelación todas las causas entre individuos y comunas, entre asociaciones  y comunas, entre comunas y otras comunas, y en primera instancia todas las causas entre la comuna y el gobierno o parlamento de la provincia.”

La nación, país o “estado”, concepto muy utilizado por Mijaíl Bakunin para referirse al órgano central, no será más que la federación de todas las provincias. Se deberá establecer un parlamento nacional con una sola cámara constituida por los representantes de cada provincia. Este parlamento nacional, sin ingerir en la administración y vida política de las provincias, deberá encargarse de establecer los principios fundamentales que constituirán la carta nacional (constitución), que serán obligatorios para todas las provincias (y sus comunas) que hayan decidido participar de ese “pacto nacional”. Dicho parlamento nacional debe  establecer un código nacional, dejando a los códigos provinciales el derecho a divergir en puntos secundarios, nunca en la base. Los parlamentarios de dicho parlamento deberán elegir la carta constitucional de la federación de provincias, se votarán todas las leyes, disposiciones y medidas que serán dictadas e impuestas por las necesidades del país entero. Se establecerán también los impuestos nacionales y se repartirán entre todas las provincias, dejando a éstas la función de repartirlas a su vez entre las comunas. El “gobierno nacional” no deberá ser más que un órgano central de la federación con la única potestad de ejecutar sus voluntades. También existirá un tribunal nacional que juzgará sin apelación todas las causas de los individuos, de las asociaciones, de las comunas entre ellas y la provincia.

La Federación Internacional como órgano supranacional:
Para el anarquista ruso la Federación Internacional debía ser un órgano supranacional que comprendiese todas las naciones unidas sobre las bases anteriormente expuestas, asegura, también , que está gran federación internacional surgirá inmediata y necesariamente desde el primer momento del comienzo de la Revolución Social, pues será menester la unión de todos esos países que sigan la luz de la emancipación popular contra la “Santa Alianza” de la contrarrevolución monárquica, burguesa y fascista. Esta unión supranacional deberá estar caracterizada y formada por una corte parlamentaria, un tribunal de justicia y un comité director internacional siguiendo los siguientes principios descritos por Mijaíl Bakunin:
Cada comuna y provincia tienen el derecho absoluto a disponer de su suerte, esto es, a determinar su propia existencia, elegir sus alianzas según sus necesidades económicas, políticas o geográficas.
Abolición  del “sediciente” derecho histórico y del derecho a conquista o cualquier otro derecho que permita a un país invadir otro, ya sea territorial o económicamente. En una palabra, prohibición del imperialismo.  Pues para el revolucionario ruso debe terminarse con la consideración de gloria y grandeza cuando un país invade a otro, y a serlo solamente por el desarrollo de la solidaridad y libertad en su seno.
Una vez implantada la propiedad colectiva de los medios de producción y terminada las relaciones de producción capitalistas, libertad de transacción, comercio y comunicación entre las distintas comunas, provincias, países y naciones varias.

“La libertad de todos, individuos y cuerpos colectivos, por ser solidaria, indica que    ninguna nación, ninguna provincia, ninguna comuna y asociación podrán ser oprimidas, sin que lo fuesen las demás y sin que se sintieses amenazadas en toda su libertad. Todos para uno y uno para todos, tal ha de ser la regla sagrada y fundamental de la Federación Internacional.”

Ningún país, después del cese de la guerra revolucionaria, podrá conservar un ejército permanente, ni institución alguna que separe al soldado del ciudadano. Para el ruso, se debe desmantelar el ejercito, tal y como está concebido por los Estados modernos, y crear una Guardia Nacional revolucionaria, al estilo de la Comuna de París, en la que sus soldados formen parte de esa de forma obligatoria en caso de necesidad (esa necesidad será casi constante una vez hecha la Revolución, pues las antiguas clases poseedoras querrán recuperar sus privilegios). El arsenal militar y todo material armamentístico deberán organizarse en cada país por comuna y provincia.
La corte parlamentaria internacional deberá contar con representantes de todos los países. Su única misión será la de salvaguardar los pactos internacionales y la legislación federal (principios y leyes básicas de todas las naciones) y solo esta Corte podrá modificarlas según las necesidades excepcionales de los tiempos.
El Tribunal internacional se caracterizará por tener la misión y objetivo de juzgar en última instancia entre “estados” y sus provincias respectivas. Las diferencias entre naciones y “estados” federados tan solo podrán ser juzgadas por el Parlamento internacional.
Todo país federado que haga la guerra a otro país semejante, previo veredicto del Parlamento internacional, será condenado y sometido a este último. En caso de no aceptar la condena, será de obligatorio cumplimiento la interrupción de toda comunicación con él. Siguiendo con el tema bélico, Bakunin dictamina que toda nación que forme parte de la alianza revolucionaria debe tomar parte en la guerra que uno de los países haga contra cualquier otro Estado reaccionario. Todo país federado, antes de  declarar la guerra, debe advertir de ello al Parlamento internacional, y este tendrá la última palabra sobre si hay una causa –o necesidad- suficiente de declarar la guerra. En el caso de encontrar causa real, el Directorio ejecutivo federado tomará como propia la causa de la nación “ofendida” y pedirá al Estado agresor y reaccionario pronta reparación. Si por el contrario, el Parlamento internacional no encuentre motivación o causa justificada para la declaración de guerra, aconsejará al “estado” no comenzarla, avisando de que si la comienza, la hará él solo.  
El apartado de organización política y territorial termina aquí para Mijaíl Bakunin, no sin antes determinar que no podrán formar parte de esta federación internacional aquellas naciones que no hayan aceptado los principios expuestos en esta parte del catecismo revolucionario.

Organización Social:
Para el pensamiento de Mijaíl Bakunin, lo que debía caracterizar la nueva organización social era sin duda alguna la libertad, pero insistió siempre en que esa libertad no podría existir sin la existencia previa de la igualdad política y económica. Cuando hablamos de igualdad hablamos de un concepto que no implica ningún tipo de nivelación de las naturales diferencias individuales, ni la identidad intelectual o física de las personas. Esta diversidad de capacidades, sexos, géneros, etnias y culturas no son más que riqueza social de la cual ha de disfrutar la humanidad.
La organización de la nueva sociedad reclama para sí una organización de la sociedad tal que toda persona, desde el primer momento de su nacimiento, encuentre medios e instrumentos iguales para el desarrollo de su infancia y adolescencia                 hasta el cumplimiento de la mayoría de edad. El ácrata ruso recalca también que esta igualdad del punto de partida al nacer es inconcebible en tanto exista el derecho a herencia. Para el pensamiento bakunista, toda persona debe ser “hija de sus obras y trabajo”, por tanto, la persona heredera de una fortuna cualquiera no es ya enteramente hija de sus obras y, por tanto es un privilegiado respecto a las demás. Es así, para Bakunin, que el derecho de sucesión es contrario al triunfo de la libertad, y si la sociedad quiere llegar a ser libre, tendrá que abolirlo.

“Siendo el trabajo el único productor de riqueza, cada uno será libre, sin duda, de morir de hambre o de ir a vivir al desierto o las selvas entre las bestias salvajes, pero quien quiera vivir en medio de la sociedad habrá de ganar su vida con su propio trabajo, si no quiere ser considerado un parásito, un explotador del bien, es decir del trabajo del otro, un ladrón.”

El ocio también es un tema importante para Mijaíl Bakunin y para todo el pensamiento anarquista clásico. El ruso, pues, determina la necesidad de la conquista del ocio “ganado” para el libre desenvolvimiento intelectual y “espiritual”. Para ello es necesaria no solo la abolición de las clases sociales y la desigualdad, sino la socialización de los medios de producción como forma de reducción de la jornada laboral en tanto que no habrá una parte de la sociedad dedicada a explotar sin trabajar. Es menester, pues, el cese total “del mal que sufre el pueblo”: trabajar para otro, privado de libertad total, de ocio y desarrollo intelectual, y por lo mismo, este trabajo, lo degrada, aplasta y mata.  Siguiendo con la forma de la organización social, el catecismo revolucionario de Mijaíl Bakunin esboza sus pretensiones para con la escuela y la familia. El pensamiento bakunista clama por la abolición de la familia legal y patriarcal. Determina que el matrimonio religioso y civil deben desaparecer y ser sustituidos por el amor libre con la unión voluntaria y el divorcio como pilares básicos. En cuanto una persona queda embarazada, desde ese primer momento hasta el parto deberá gozar de una subvención para todo gasto relacionado con el hijo o hija que espera.
La escuela racional deberá reemplazar a la escolarización religiosa y estatal, dando paso a un sistema educativo, que más tarde desarrollaría mejor el ilustre anarquista catalán y alellense Francesc Ferrer i Guardia, caracterizado y basado en la solidaridad, apoyo mutuo,  el culto al trabajo como base y condición de todo derecho, el desprecio a la metafísica, a la desigualdad y a la explotación.


Tales son, de forma acotada, las bases y pilares fundamentales de los contenidos esenciales del pensamiento de Mijaíl Bakunin que debían ser puestos en práctica una vez triunfe la revolución social de las clases desposeídas. 

domingo, 25 de enero de 2015

Si el Estado español fuera fascista tú no podrías escribir esto

El desarrollo del fascismo y la propia dictadura fascista revisten en los distintos países formas diferentes, según las condiciones históricas, sociales y económicas, las particularidades nacionales y la posición internacional de cada país. En unos países, principalmente allí, donde el fascismo no cuenta con una amplia base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de la propia burguesía fascista es bastante dura, el fascismo no se decide inmediatamente a acabar con el parlamento y permite a los demás partidos burgueses, así como a la socialdemocracia, cierta legalidad. En otros países, donde la burguesía dominante teme el próximo estallido de la revolución, el fascismo establece el monopolio político ilimitado, bien de golpe y porrazo, bien intensificando cada vez más el terror y el ajuste de cuentas con todos los partidos y agrupaciones rivales, lo cual no excluye que el fascismo, en el momento en que se agudezca de un modo especial su situación, intente extender su base para combinar -sin alterar su carácter de clase- la dictadura terrorista abierta con una burda falsificación del parlamentarismo.

Así ponía fin Georgi Dimitrov en El fascismo y la clase obrera a las confusiones que aún hoy persisten en las mentes de la clase trabajadora del Estado español, por obra y gracia de la oligarquía y los reformistas que la siguen. 

Existen muchos mitos aún en el autoproclamado sector consciente de la clase trabajadora. Y el problema que eso engendra es que esas fantasías luego se transmiten por todas partes, y nos impiden hacer un análisis correcto y exhaustivo de la realidad en el Estado en el que nos encontramos. ¿De dónde ha salido la fábula de adjudicar cierto nivel de represión al fascismo?

Muches de elles, para más inri, sueltan opiniones como las que dan título a este artículo, basándose únicamente en el Franquismo, y sin conocer apenas datos sobre él. Así, montan un discurso cerrado que obvia todo contexto histórico, social o económico; lo que les lleva a que sus palabras no tengan ninguna validez.

Pero pongámonos en contexto. El fascismo es una reacción de la oligarquía contra el comunismo, tal y como ha reflejado el paso de la historia. ¿Ha existido entonces algún ejemplo que refleje lo que explica Dimitrov, esto es, un Estado fascista en el que exista parlamento y multipartidismo? La respuesta es sí. 

Por el momento, analizaremos dos casos: el Estado Búlgaro (del que era nativo Dimitrov), y el Reino de Italia, siendo éste último el que de seguro sorprenderá al o a la lectora. 

En 1923 Bulgaria sufrió un golpe de Estado promovido por los militares que, por las reformas que llevó a cabo, se caracterizó como fascista, pues ilegalizó al Partido Comunista, gracias a una Ley de Partidos y una Ley electoral nuevas. ¿Había elecciones y parlamento? Sí. ¿Pero cómo? ¡Magia! (o análisis erróneos, que también puede ser).

Tal es el ejemplo también de la llegada al poder de Mussolini. De la mano de los fasci di combattimento, aplastaron las huelgas generales del Partido Comunista d'Italia, y marcharon sobre Roma hasta llegar a Milán. Las burguesías y el ejército, ante esto, se volcaron en apoyo al Partido Fascista. Y allí, sobre la inestabilidad del país, el Rey Víctor Manuel III designó en Mussolini la responsabilidad de formar un gobierno.

De esta forma, se estableció la Ley Acerbo, que era una ley electoral que iba a dejar a los comunistas fuera del parlamento, e institucionalizó a los fasci en la Milizia Volontaria per la Sicurezza Nazionale. Mussolini obtendrá la mayoría del apoyo (316 votos a favor, contra 116 y 7 abstenciones). En 1925, el PCd'I, a petición del gobierno, será ilegalizado por considerarse subversivo. 

La anécdota de éste último caso viene a colación de que, mientras Italia era considerada fascista, ésta usaba el Estatuto Albertino, que había sido la carta magna usada también en Monarquía constitucional-parlamentaria.

Dicho parlamento dejaría de tener uso ya en 1943, cuando Mussolini funda la República Social Italiana en el sur de Italia. 

Todo esto significa que el fascismo no es algo estático y que, como todo, está sujeto también a la historia. Así, antes de afirmar según qué cosas, habría que estudiarla a ella, pues es imprescindible para hacer un análisis correcto de la realidad. Y quién sabe, quizás, al final, nos da alguna sorpresa.


lunes, 19 de enero de 2015

El mito del POUM

De forma extendida en el sector antifascista actual y sobre todo en el catalán, se puede escuchar asiduamente referencias constantes a la supuesta lucha heroica del POUM, y a la labor de su líder, Andreu Nin, asesinado -dicen- vilmente por apoyar al sector anarquista y profesar la ideología trotskista. Hecho que habría sido llevado a cabo por el stalinismo.

Pero, ¿por qué tanto empeño en hacer que el periodo en el que Stalin fue secretario del PCUS sea visto como tiempos en los que la libertad de expresión fue eliminada? Bien, ésta será una cuestión que resultará respondida más adelante.

Por lo pronto, la historia que este artículo describe empieza con el ocultamiento de armas por parte del POUM en Barcelona desde que estalla la Guerra Nacional Revolucionaria. Nombre que puede resultar extraño para el/la lector/a, pero que conlleva en sí mismo una verdad histórica. Y es que, sorprendentemente, el sector al que se hace referencia al inicio de este artículo también repite otro mito muy mascado hasta en las escuelas, éste es, que tanto el PCE como el PSUC pretendían primero ganar la guerra para luego ya hacer la revolución. Algo que podría ser calificado de mentira histórica de tamaño amplio, pues estos dos mismos partidos concebían la guerra como revolucionaria. Es decir, la revolución no podía triunfar sin ganarla. 



Dicho mito ya refutado, como apunta el párrafo anterior, sorprende o debería sorprender a cualquiera que lo lea. Su autor, no podía ser cualquiera, fue Trotski, en su libro "ESPAÑA 36-39", página, por si es de interés, 29.

Sin desviar del camino trazado este artículo, las armas escondidas fueron: 13 coches blindados armados con ametralladoras, dos baterías de cañones, unos 25.000 fusiles, 300 ametralladoras pesadas, varios centenares de fusiles ametralladores, bombas y granadas de mano en cantidad ilimitada, algunas docenas de morteros de trinchera y millares de pistolas automáticas y semiautomáticas. Evidentemente, tener esto bajo recaudo no era nada beneficioso para la lucha contra el fascismo. ¿Para qué necesitaba semejante armamento el POUM? Para saberlo, vayámonos directamente al momento en el que le darán uso, no sin antes ofrecer un contexto que facilite la comprensión al/la lector/a.

Por muchos/as es sabido que el 3 de Mayo estalla en Barcelona una guerra dentro de la guerra. Los antecedentes a ello son claros: Barcelona era la cuna del espionaje. Durante la I Guerra Mundial se refugiaron en la ciudad miles de antiimperialistas europeos perseguidos en sus países de origen. A su vez, la CNT, que en 1915 tenía apenas 15.000 miembros, pasó a tener 714.028 afiliados en 1919. 

La burguesía, no demasiado contenta con todo esto, usaría una de sus mejores herramientas para atajar posibles problemas: la infiltración, cuya mayor expresión se encontraría en la creación del Sindicato Libre (brazo armado de la Patronal), siendo su líder Ramón Sales Amenós, ex-cenetista. 

Pero la cosa no terminaba aquí, y es que también se ha de tener en cuenta la nueva ola de infiltración acometida por el fascismo italiano a partir del año 1922, en el que anarquistas perseguidos por Mussolini se refugiarían en Barcelona, con sus correspondientes espías pisándoles los talones. A los que, posteriormente, se les sumarían los brigadistas internacionales procedentes de Italia también.

Luigi Morini sería el más famoso infiltrado en la CNT, a las ordenes de Santorre Vezzari, jefe de la POLPOL. Pero no sería el único, pues cartas incautadas a fascistas un mes antes de los Sucesos de Mayo demuestran que la estrategia seguida por el franquismo habría sido utilizar a los anarquistas y trotskistas para dividir al bando antifascista: 

Al Generalísimo personalmente, comunico: Actualmente estamos en condiciones de comunicarle todo lo que sabemos respecto a la situación y el movimiento de las tropas rojas. Las últimas noticias radiadas por nuestra emisora prueban un serio mejoramiento de nuestros servicios de información.
En cambio, el agrupamiento de las fuerzas para un movimiento de retaguardia va con cierta lentitud. No obstante, contamos con cuatrocientos hombres dispuestos a actuar. Éstos bien armados y en condiciones favorables en los frentes de Madrid, pueden ser la fuerza motriz del movimiento. Su orden sobre la infiltración de nuestros hombres en las filas extremistas anarquistas y del POUM se lleva a cabo con éxito.

No es de extrañar, pues, que la mayoría de operativos del ejército republicano fuesen conocidos con mucha antelación por parte del bando faccioso. Lo que, después de varios encontronazos, provocó el desalojo de la ocupación de la Central de Telefónica que, legalmente, mantenía la CNT. Ante esto, el POUM y quienes por algún motivo creyeron actuar en nombre de la CNT-FAI, levantaron barricadas por toda Barcelona.
(Posteriormente, la CNT exigiría a la Generalitat cesar a Rodriguez Salas y a Ayguadé, los responsables del desalojo. Companys accedería a provocar la dimisión del segundo y a formar otro gobierno con los anarquistas representados en él, precisamente para no romper la política de unidad antifascista).

Anterior a esto, era La Batalla, órgano de comunicación del POUM, el que transcribía las emisiones de Radio Veritat, creada en Febrero de 1937 por Cambó en Roma. Así como también Radio Burgos, Salamanca y Sevilla animaban al POUM a acabar con los "bolcheviques rojos".  

Ya con las calles de Barcelona en armas por la gracia de los trotskistas y algunos anarquistas, el 4 de Mayo por la mañana, García Oliver y Frederica Montseny, ministros/as anarquistas, llamarían a sus militantes a abandonar las armas y a seguir con el trabajo, haciendo lo propio el PCE. ¿Cómo podía ser esto, si la historia oficial dice que la trifulca entre anarquistas y comunistas era inevitable? Durante la noche, empero, sería la fecha en la que la Agrupación de Amigos de Durruti junto con el POUM constituirían una junta revolucionaria contra la República, siendo ésta la fecha en la que el POUM usará el armamento escondido que se menciona al principio de este artículo.

La CNT, ante esto, no pudo más que vacilar en un principio, lo que le valió la pérdida de la confianza de la clase trabajadora. Rectificó, aun así, junto a la FIJL, condenando duramente el golpe de Estado y emitiendo mensajes en esta dirección durante toda la noche junto con la UGT. Vázquez, García Oliver, Montseny y Herrera fueron algunos de los encargados de llevar esto a cabo.

El mismo día, los Amigos de Durruti, a través del Comité de Defensa del centro de Barcelona (FAI) llamó a reunirse a algunas columnas que estaban en el Frente de Aragón, dejando vendida esa zona a los fascistas. La División 27 de Carlos Marx dejó el frente Tardiente-Alcubierre. Eran 2.000 soldados. Y el 5 de Mayo haría lo mismo la Columna Roja y Negra de la 28 División Ascaso, formada por 1.500 soldados. A su vez, las milicias de la 29 División Lenin del POUM abandonaron el frente de Huesca.

En Binéfar les paró Juan Molina, del Comité de Defensa de la Generalitat, en nombre del Comité Regional de la CNT. Y la parte que continuó hasta Lleida fue detenida por Jover y Vivancos, anarquistas también. El mismo 5 de Mayo, sería también detenida en Valderrobles la Columna Carod de la 25 División Jubert, por Joaquín Ascaso, del Consejo de Aragón. 

Todos estos datos pueden resultar demasiados y confusos, pero tienen su explicación en la continuación de la carta antes citada:

En cumplimiento de su orden fui yo mismo a Barcelona para entrevistarme con el miembro directivo del POUM, N. Le comuniqué todas sus indicaciones. La falta de comunicación entre usted y él se explica por las averías que sufrió la emisora, la cual empezó a funcionar de nuevo estando yo todavía ahí. Seguramente habrá recibido usted la contestación referente al problema fundamental. N. ruega encarecidamente a usted y a los amigos extranjeros que sea yo única y exclusivamente la persona señalada para comunicarse con él. Él me ha prometido enviar a Madrid nueva gente para activar los trabajos del POUM. Con estos refuerzos, el POUM llegará a ser un firme y eficaz apoyo de nuestro movimiento.

"¿Cuántos de los nuestros estaban en las barricadas creían hacerlo para defender a la CNT y a la FAI?" se preguntaba García Oliver, en su libro "El eco de los pasos". La respuesta era sencilla, el POUM era un mito. Quinientos cadáveres poblaban la ciudad Condal, el ejército estaba desmovilizado, Franco lo celebraba y nadie sacaba pecho contra quienes estaban provocando esta situación. Largo-Caballero, Presidente del Gobierno en ese momento, perdió el gobierno al negarse a tomar represalias contra el POUM, y fue más de 15 días después cuando se prosiguió a ilegalizarlo. 

Vemos, pues, que hoy por hoy todo el mundo, en especial las clases dominantes, coinciden en afirmar que la represión al POUM fue desde el stalinismo, cuando la explicación de este hecho reside en un intento de Golpe de Estado que precisamente nadie conoce y que algunos pretenden esconder. Incluso García Oliver estuvo de acuerdo con las medidas, afirmando que la revolución no podía derivar de aquella rebelión sin cabeza (El eco de los pasos). Sonaban entonces las acusaciones del POUM de que el PCE defendía una República burguesa, que no lo era tanto al parecer cuando Nin era ministro. 

Existen incluso pruebas actuales, extraídas de los archivos (c.2871/3 y la nota secreta R-291) del SIPM (Servicio de Información y Policía Militar), órgano de espionaje franquista, en las que se muestra una propuesta del POUM para asesinar a Negrín y así obtener de ellos dinero y pasaportes para establecerse fuera del Estado español. 

Así pues, ¿del lado de quiénes estaban los trotskistas y algunos autoproclamados anarquistas en la Guerra Nacional Revolucionaria del 36? Cierto es que los comunistas cometieron el grave error de sostener la unidad del Frente Popular a toda costa, prescindiendo de la lucha ideológica. La eliminación de una quinta columna no podía estar en manos de un gobierno pequeño-burgués, sino de las masas fundidas con el PCE.

Finalmente, ¿por qué hoy se cuestionan tanto algunos planteamientos históricos, pero no otros? ¿por qué desde el sector anarquista y comunista catalán se glorifica tanto al POUM? Sería preciso y oportuno destacar que, si la historia la escriben los vencedores, y éstos hablan bien del POUM, quizás si hacemos lo mismo no estaremos defendiendo bandos tan distantes. 


sábado, 10 de enero de 2015

¿Transición? La soga atada y bien atada

Cualquiera con unos mínimos conocimientos de la historia del Estado español sabe o ha oído hablar de la “transición” que hubo desde la muerte del dictador Francisco Franco hasta la llegada al poder del PSOE de Felipe González, en 1982. Y con total probabilidad, el o la lectora habrá estudiado dicha historia desde un punto de vista institucional y oficial. Pero, por el contrario, ¿y si la transición no fue exactamente como nos la han explicado? Hay que saber, y esto lo enseña la misma comprensión de la historia (valga la redundancia) que ésta siempre la escriben los vencedores, y por tanto, la historia de la transición no iba a ser una excepción.

¿Fue realmente una transición modélica, pacífica y ejemplar?,  ¿puede tener algo de ejemplar una transición que se cobró la vida de casi 600 personas?

Efectivamente, desde 1973 a 1983 se cobraron exactamente 591 personas por violencia política. De estas 591 víctimas de la transición 188 fueron víctimas de la violencia política de origen institucional, esto es, victimas del propio Estado español y sus instituciones. Algo que no debería extrañar, pues al frente del Ministerio del Interior quedaría, de 1976 a 1980, el fascista Martín Villa. Lo que significa que quizás no existió tal cosa como la “transición”, sino que lo que existió realmente fue una “transacción”.

Era 20 de diciembre de 1973, y el almirante Carrero Blanco saltaba por los aires en su coche mientras se dirigía hacia misa, a causa de un artefacto explosivo de  ETA. El almirante era por aquél entonces el presidente del Gobierno, sucesor natural de Francisco. Aún no había muerto el dictador pero ya se sentía en toda la sociedad española del momento el fin del régimen franquista. Así, las personas que ostentaban el poder por entonces se dieron prisa en empezar a moverse para no perder esas cuotas de poder que se consiguieron después de la Guerra Civil, y lo que es más importante, eludir a toda costa cualquier tipo de responsabilidad política por los cuarenta años de dictadura franquista.

Es después del asesinato de Carrero Blanco en que empiezan las primeras transacciones políticas que aseguraran a los franquistas su continuidad. Y no estamos hablando solo de inmunidad para políticos del Régimen franquista, sino también inmunidad que buscaron –y consiguieron- los grandes oligarcas de la época que se apresuraron a resguardar el botín de casi cuarenta años de espolio a toda la clase trabajadora. Empezó así a redactarse lo que debería ser el nuevo contrato social para el Estado español: la constitución (o “restitución”, para lxs amigxs). Algo que no aseguraba nada, pues el Fuero de los Españoles también reconocía los derechos y las libertades de la ciudadanía.

El 30 de octubre de 1975, el por aquél entonces príncipe Juan Carlos asumía de manera temporal la jefatura del Estado ante la agonía de Franco, enfermo y postrado en la cama de un Hospital. Las negociaciones con las fuerzas que hasta ese momento se autoproclamaban de izquierda habían estado sobre la mesa desde hacía tiempo. Éstas buscaban un pacto para conseguir unas migajas por parte del propio régimen. Es decir, buscaban su legalización.

Por aquella época, en toda Europa, la juventud revolucionaria salía a la calle a demandar cambios estructurales en el sistema para poder desarrollar políticas pertenecientes a dinámicas antiimperialistas y anticapitalistas, es por tanto, que los mercados internacionales movieron hilos, con la ayuda desestimada de USA y Alemania, para no permitir a toda costa que el Estado español se convirtiera en una fuente de conflictos políticos después de la muerte de Franco. Mientras, el 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos juraba los “Principios del Movimiento Nacional” y el vicepresidente del Gobierno, Manuel Fraga, iniciaba las primeras conversaciones con el sector nacionalista vasco y los representantes del PSOE.

Pero no todo eran transacciones desde los despachos e instituciones del Estado español; de forma paralela a estas negociaciones políticas, había una parte de la sociedad que empujaba desde abajo. Las huelgas “salvajes” y la confrontación dentro de las universidades se extendían por todo el Estado español.  Los ambientes caldeados que recorrían por todo el Estado no pasaban inadvertidos  ante las grandes potencias capitalistas del mundo Occidental, sobre todo para USA. Y ante esta situación, Henry Kissinger, secretario de Estado durante aquel año en EE.UU, declaró: “Todo cuanto allí (España) suceda es vital para nuestro bloque político y militar”. EE.UU movía ficha, sabía que debía intervenir en la “transacción” española para asegurar otro Estado afín al bloque occidental y capitalista.

Entre el ambiente de huelgas obreras y estudiantiles hubo un episodio que marcó un antes y un después en lo que aquí narramos: los sucesos de Vitoria de 1976, hecho también conocido popularmente en Vitoria como “La matanza del 3 de marzo”. ¿Qué ocurrió? Durante una jornada de huelga en la localidad vasca, la policía dispersó a los huelguistas mediante gases lacrimógenos para desalojar a los obreros que estaban reunidos en la asamblea de la iglesia de San Francisco de Asís, disparando fuego real a los trabajadores que iban saliendo de la iglesia. La desproporcionada actuación policial se saldó con cinco obreros asesinados y más de 150 heridos de bala. El mensaje que el Estado español quiso dar era claro: no iban a abandonar su aparato de represión fascista; era un lavado de cara.

A principios de  1977, las transacciones políticas llegaban ya a los estamentos judiciales y el TOP (Tribunal de Orden Público) se convertía en la Audiencia Nacional; las viejas estructuras iban tomando nuevas formas pero sin ningún tipo de depuración interna y por supuesto sin que se hiciera caso a las demandas populares. Las fuerzas de la izquierda “moderada” entraban cada vez más en el juego de la reforma e iban abandonando la idea de ruptura real con el régimen franquista. Y el mismo 27 de febrero de 1977 se reunían, a escondidas, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo para negociar la legalización del partido político de este último, el PCE.

Llegados a este punto alguien puede pensar que el Gobierno español de entonces se alejaba de las directrices instadas desde los mercados internacionales, pero no, era Santiago  Carrillo y todo el PCE quien se alejaba de su ideal comunista, aceptando públicamente el fascismo, la bandera rojigualda y el sistema económico capitalista, a cambio de ser legalizado. 



EE.UU conseguía así lo que quería, que no hubiera ninguna fuerza mayoritaria de izquierdas que pusiera en peligro el nuevo régimen que surgiría a partir de 1978. Atado y bien atado, que dijo aquél.
Así pues, el 9 de abril de 1977 se legalizaba el PCE de Carrillo, siguiendo así todos los partidos de la izquierda moderada que aceptaron el guión impuesto desde arriba mientras aun había sectores del pueblo que seguían soñando con el retorno de la república española.

Después de esto, y entre los conflictos armados de entonces y las continuas manifestaciones y huelgas obreras, se producen las primeras elecciones en el Estado español desde 1936, aún con un gran número de partidos ilegalizados. De forma paralela, la CNT empezaba a irrumpir con fuerza en el campo sindical después de su legalización en marzo de 1977. Esto supuso un contratiempo para el Gobierno español, pues la CNT, que tenía cierta base en centrales fabriles, se resistía en ser integrada en el Estado, aun habiendo aceptado la legalidad.

La respuesta institucional a todos estos sucesos fue rápida y se crearon aquello  a lo que llamaron “Pactos de la Moncloa”, impulsados por Suarez y Carrillo. Dichos pactos se firmaron el 25 de octubre de 1977, donde se establecieron las demandas del FMI: en el campo laboral se debía incentivar a económicamente a la clase empresarial y reducir la estabilidad de la clase trabajadora mediante la existencia de uno o dos sindicatos no revolucionarios que estuvieran dispuestos siempre a pactar con la Patronal mediante el Estado; en el aspecto social: un status superior de bienestar a cambio de aceptar la primera demanda.

Durante estos días se produjo el autoatentado contra el Teatro Scala de Barcelona, saldándose con cuatro muertos. Perpetrado por el Estado a través de la Policía Nacional e ideado por el jefe de la Brigada de Información, Roberto Conesa (colaborador de la Gestapo, ejecutor de las 13 Rosas y líder de la guerra sucia contra ETA y GRAPO en el periodo del que hablamos), éste consistió en prender fuego al teatro mediante el lanzamiento de cócteles molotov como forma de criminalizar a la CNT y el movimiento anarquista en general y así marginarlo dentro de la clase trabajadora. Lo consiguieron.

A partir de aquí las transacciones políticas en los despachos seguían su marcha, y en medio del conflicto armado, el 31 de octubre de 1978 se votaba la Constitución española en el Congreso de los Diputados, escrita por unas cortes no constituyentes y cuando aún no se habían legalizado todos los partidos. La transacción ya daba forma a las más altas leyes por las que iba regirse, desde entonces, el Estado español. Lo que sigue, empero, necesita de una explicación más profunda. Y es que ya a finales de los años cincuenta, EEUU tenía contactos dentro del PSOE. Uno de ellos, y el más importante, Múgica, exministro de Felipe González y ex defensor del pueblo con Aznar, quien también tenía sus contactos con el Mossad. Esto no es de extrañar, pues en 1974 es el CESID el que expide el pasaporte a Felipe González y el que lo protege hasta Suresnes. Los responsables de esto, José Faura y Juan Peñaranda, obtendrían posteriormente en el gobierno del PSOE, altos cargos en el rango militar.
Y en esta misma dirección, en 1980, en una reunión en casa del Alcalde de Lérida, Luis Ciurana, se lleva a cabo la discusión sobre la opinión del PSOE referente al plan de “reconducción” posterior al golpe de Estado de Tejero. Cuya mayor expresión de consenso se muestra  a dos días de ese suceso, cuando un comandante coordinador de éste y vinculado a los servicios secretos de EEUU, Cortina (CESID), viaja a Washington, donde le dan el visto bueno a la operación.

El broche final al nuevo régimen español, pues, ocurrió previsiblemente el 23 de febrero de 1981, cuando miembros de la Guardia Civil, comandados por el teniente coronel Antonio Tejero, perpetran una intentona de golpe de Estado, provocando así que el ya rey Juan Carlos hiciera el papel de su vida, y mediante una aparición televisiva condenando el golpe de Estado, consiguiera lo que no había conseguido en cinco años desde que fue proclamado Rey de España, que la población lo aceptara como tal, pudiendo dar por finalizado este corto periodo, en el que finalmente no cambiaría nada, y en el que esos miembros de la guardia civil quedarían como fascistas, y la monarquía como democrática. Un año y medio después, la transacción española llegaba a su fin con la entrada en el Gobierno del PSOE con Felipe González  como nuevo presidente del Gobierno español, estableciendo ese gran consenso sobre el Estado, destruyendo grandes centros de movimiento revolucionario como los Altos Hornos de Vizcaya, y siguiendo con la guerra sucia estatal, ahora desde las estructuras “democráticas”.

De esta manera, en casi diez años, los culpables de delitos contra la humanidad durante el régimen franquista consiguieron su continuidad e inmunidad con la Ley de Amnistía de 1977, los partidos políticos pasaron de la ruptura con el régimen a una reforma pactada, el TOP se convertía en la Audiencia Nacional actual, las fuerzas supuestamente obreristas y republicanas aceptaban el fascismo, UGT y CCOO acataban la ley oligárquica en detrimento de la clase trabajadora, y “las aspiraciones populares de libertad se convirtieron en aspiraciones populares de libertad… para poder ir de compras a las rebajas del Corte Inglés”.

Por Borja Salvador y un servidor.

jueves, 8 de enero de 2015

Los estadounidenses que alzaban el puño: la Brigada Abraham Lincoln

Un reportaje de Jordi Peralta y Borja Salvador
 “Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros, incondicionalmente. Nos lo daban todo, su juventud o su madurez; su ciencia o su experiencia; su sangre y su vida; sus esperanzas y sus anhelos…Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros.”
Barcelona, 1 de noviembre de 1938. La líder comunista Dolores Ibárruri, más conocida como“La Pasionaria”, pronuncia estas emotivas palabras ante una multitud de simpatizantes de la causa revolucionaria. Más allá de ser una triste despedida, se trata de un merecido reconocimiento, un justo homenaje a un grupo de gente procedente de distintas naciones que habían acudido a España a luchar por una causa común: la derrota del fascismo. Son ni más ni menos que las célebres Brigadas Internacionales.

Contexto: la Guerra Civil Española y el escaso apoyo internacional de la República

Para comprender este fenómeno en su profundidad debemos situar los acontecimientos anteriores: el 17 de julio de 1936, el general Francisco Franco inicia una sublevación militar contra el legítimo gobierno de la II República Española, inspirado por elnacionalcatolicismo y por el más ferviente anticomunismo. El fracaso del golpe de Estado da lugar a una guerra civil que divide España entre franquistas y antifascistas; mientras tanto, y paralelamente al desarrollo del conflicto bélico, en algunas partes del país, especialmente en Catalunya, estalla una revolución social y el pueblo trabajador ve la oportunidad de lograr su empoderamiento completo.
 Cartell a favor de les Brigades Internacionals, de Font: unidadcivicaporlarepublica.es

Cartell a favor de les Brigades Internacionals, de Font: unidadcivicaporlarepublica.es
¿Qué reacciones generan estos hechos en la esfera internacional? La Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler no dudan en apoyar de inmediato la causa franquista, a la vez que la Unión Soviética y, más simbólicamente, el Méxicode Lázaro Cárdenas se posicionan al lado de la República. Francia y Gran Bretaña optan por abandonar a los republicanos a su suerte mediante el establecimiento del llamado Comité de No Intervención. Pese a contar con la ayuda soviética, la República se halla en una situación delicada a nivel diplomático y a nivel militar. En este contexto entran en juego las Brigadas Internacionales, unidades militares integradas por combatientes de distintos países que, aunque impulsadas oficialmente por el Comintern el 18 de septiembre de 1936 y organizadas y formadas principalmente por los partidos comunistas de España y de Francia, lograron la adhesión voluntaria de miles de personas de diversa índole ideológica dispuestas a dar la vida en la lucha contra el nazifascismo. El socialista Largo Caballero, al principio reticente a su entrada en combate, comprendió la gravedad de la situación y las aceptó para acabar integrándolas en las filas del Ejército Popular Republicano. Aquí empieza la historia del Batallón Abraham Lincoln, más conocido popularmente como la Brigada Abraham Lincoln.

Los inicios: del activismo anticapitalista a la movilización militar

“Lo que había en España era un gobierno elegido legalmente, democráticamente, luchando contra un grupo de generales rebeldes y reaccionarios que deseaban impedir la democracia y la reforma social. Lo que había allá era una República a la que las «democracias» occidentales impidieron la adquisición de armamento para defenderse, mientras que los gobiernos de Hitler y de Mussolini despachaban aceleradamente hombres y material a sus enemigos. Es comprensible, entonces, que la lucha de la República española por sobrevivir viniera a simbolizar la defensa de todo lo que se consideraba bueno, justo y decente en la tradición occidental contra la embestida violenta del barbarismo y la maldad.”
 Así relataba Robert Rosenstone, cronista de la Brigada Lincoln, qué había motivado a los voluntarios a viajar a España. ¿Pero dónde ahondan las raíces de ese fuerte sentimiento de solidaridad internacionalista? En los años treinta, unos Estados Unidos que todavía sufren los estragos del crack de 1929 viven un período de agitación obrera y sindical. Esta etapa, coincidente con la implementación del New Deal de Rossevelt –políticas intervencionistas destinadas a favorecer la recuperación económica–, se concreta en una oleada de huelgas que afectan, entre otras, la Electric Auto-Lite Company y la Chevrolet. Al calor de estas luchas surge, en 1936, el Congress for Industrial Organizations, donde el Partido Comunista de los Estados Unidos (CPUSA) tiene un gran peso. Esta formación, que está viviendo un período dorado, no dudará en solidarizarse con la República Española cuando estalle la sublevación militar y en organizar el Batallón Abraham Lincoln, caracterizado por ser una brigada mayormente de hombres blancos; eso sí, a las órdenes del Comandante Oliver Law, el primer afroamericano en la historia de los Estados Unidos que dirigía una unidad militar. Y no solamente eso: por primera vez en la historia de un ejército occidental, los altos cargos eran personas negras.
Los primeros brigadistas internacionales provenientes de EE.UU., que llegarán a sumar casi 3.000 hombres, zarpan en diciembre de 1936 y llegan al Estado español al mes siguiente para recibir su primer entrenamiento militar. Instalan su base operativa en Figueres, Girona, y pasan a formar parte de la XV Brigada Internacional, donde también combaten británicos, irlandeses y canadienses.

El bautizo de fuego: el Valle del Jarama

En el Valle del Jarama se produce la primera acción militar donde entran en combate –y se dan a conocer- los miembros de la Brigada Abraham Lincoln (recordar que existe una canción republicana de la época titulada “Jarama’s Valley”, muy célebre entre los círculos izquierdistas norteamericanos).
“Jarama Valley”, interpretada por el cantautor Pete Seeger:
¿Qué motiva el choque de tropas facciosas y brigadistas internacionales en el Valle del Jarama? El paso de la principal carretera que conecta Madrid con Valencia. Para el bando republicano era muy importante mantener la línea comunicativa para evitar que, al tomarla los fascistas, Madrid no quedara aislado e incomunicado con Valencia. El Valle del Jarama, por desgracia, se caracterizó por ser un “bautismo sangriento” para los brigadistas estadounidenses, ya que eran milicianos que nunca antes habían estado en una guerra, lo cual provocó que su inexperiencia – y la falta de armamento y munición– se saldara con un baño de sangre. Las primeras quejas no se hicieron esperar: los brigadistas norteamericanos no tardaron en reclamar más artillería, armamento antitanque y apoyo aéreo; en caso contrario cada día en el Valle del Jarama sería una nueva masacre. Aun así, a sabiendas de que la República española no tenía suficiente armamento ni comida para todos, siguieron luchando y resistiendo al fascismo, pues sabían muy bien por lo que luchaban y estaban dispuestos a dar, con fe y valor, su vida por una causa política.
Cabe destacar que los brigadistas norteamericanos también tuvieron un papel fundamental en el Frente de Aragón; concretamente, en la lucha por la toma de la localidad de Belchite. Aquella batalla fue un verdadero matadero: 1200 brigadistas internacionales enfrentados con escasa munición y armamento a 2000 franquistas bien parapetados por tropas nazis.

Algunos nombres propios

La moral del batallón norteamericano estaba por los suelos al no tener casi ningún tipo de apoyo militar y perder batalla tras batalla, pero la lucha por la libertad les hacía mantener su fusil en alto contra los rebeldes facciosos. De entre esos estadounidenses que no dudaban a plantar cara a los fascistas merecen mención algunos nombres, ya sea por su valentía o por su fiel compromiso. Un buen ejemplo sería Robert Hale Merriman, economista de la Universidad de California que llegó a ostentar el rango de Jefe del Estado Mayor de la XV Brigada. Probablemente caído en Gandesa el 2 de abril de 1938, su figura inspiró el personaje de Robert Jordan en la obra de Ernest Hemingway For Whom the Bell Tolls (“Por quién doblan las campanas”), que transcurre precisamente en la Guerra Civil Española. Aunque el célebre escritor no llegó a combatir, cubrió el conflicto bélico como periodista y ello le marcó enormemente.
Otro nombre que merece ser recordado es el de Milton Wolff, judío neoyorquino que se afilió al CPUSA durante los años de la Gran Depresión. Aunque en un principio se consideraba pacifista y solamente colaboraba con los servicios sanitarios, las enormes pérdidas humanas que estaban sufriendo los voluntarios norteamericanos lo llevaron a coger el fusil. Sobrevivió varios días tras las líneas enemigas durante la Batalla del Ebro y fue nombrado comandante tras la caída de Merriman. Tras la Guerra Civil, combatió en la Segunda Guerra Mundial contra los nazis y participó en campañas de solidaridad con los sandinistas y contra el apartheid sudafricano. Famosas resultaron sus palabras en defensa de sus camaradas brigadistas durante el mccarthismo: “Soy judío, y sabiendo que como judíos fuimos los primeros en sufrir el fascismo me fui a España a luchar”.
Los afroamericanos también jugaron un rol importante en el seno de la Brigada Lincoln.A parte del ya citado Oliver Law, militante del CPUSA caído el 10 de julio de 1937 en el transcurso de la batalla de Brunete, debemos destacar el nombre de James Yates, originario del sur estadounidense. Asignado a tareas de transporte, cayó enfermo y regresó a su tierra. Participó en la Segunda Guerra Mundial y publicó una interesante autobiografía, From Mississippi to Madrid. Memoirs of a black american in the Spanish Civil War.
Oliver Law, primer comandant afroamericà de la Brigada Lincoln, de l'arxiu de la Brigada Font: alba-valb.org
Oliver Law, primer comandant afroamericà de la Brigada Lincoln, de l’arxiu de la Brigada Font: alba-valb.org
Otros combatientes a citar es Alonzo Watson, de primer negro estadounidense caído en combate, y James Peck, natural de Pennsylvania y que sirvió como piloto en la Fuerza Aérea Republicana. Hay casos curiosos como el de Frank Edward Alexander, mulato nacido y criado en la reserva indígena Sioux de Omaha en Nebraska. Tras la Guerra Civil huyó con los exiliados republicanos al sur de Francia, donde pasó un tiempo confinado en un campo de concentración. Durante el mccarthismo pasó una temporada en prisión por su militancia comunista.
Pese a despertar la curiosidad de la población local, poco acostumbrada a ver hombres negros, la mayoría de los brigadistas afroamericanos destacan la cálida acogida que recibieron por parte del pueblo español.

El amargo regreso: represión y olvido

El día que los brigadistas tuvieron que volver a la tierra que les vio nacer, no fueron recibidos precisamente como héroes: las autoridades yanquis los persiguieron y tacharon de criminales y elementos subversivos por haber contravenido  la política estadounidense.  A parte del duro golpe que resultó para ellos la derrota republicana, los combatientes deberían enfrentarse a un sinfín de dificultades relacionadas con su compromiso revolucionario y, en la mayor parte de los casos, con su militancia comunista.
Así pues, en 1947 el gobierno norteamericano (su departamento de justicia) organizó una lista de organizaciones subversivas la Brigada Abraham Lincoln figuraba en ella. La doctrina de persecución anticomunista, a menudo paranoica, conocida como “mccarthismo” (llamada así por ser el senador Joseph McCarthy, quien la impulsó) se cebó con ellos: a muchos brigadistas se les citó en los comités de actividades antiamericanas que creó el gobierno estadounidense para reprimir cualquier tipo de actividad comunista. Muchos fueron encarcelados al no querer “cooperar” con la administración estadounidense; las penas que imponía el Mccarthismo eran de hasta 20 años de prisión. El palo más duro fue para el Partido Comunista, que se vio desarticulado por la entrada en prisión de toda su cúpula. En la era del Mccarthismo cualquier persona progresista o con ideas un poco de izquierdas ya era tildado de comunista, y las consecuencias eran siempre las mismas: pérdida del trabajo, retiro del pasaporte y cárcel.
Peor castigo fue, tal vez, el olvido y el exilio interior al que fueron condenados muchos de los brigadistas, lo cual no ha impedido que se hayan celebrado varios homenajes y tengan varios monumentos a lo largo y ancho de Estados Unidos.
De los Estados Unidos de América, de ese país cuya característica principal ha sido –y es- su fuerte anticomunismo, surgieron esos hombres valerosos, negros, blancos y hasta sioux, que alzaron el puño contra la reacción facciosa que amenazaba España. La Brigada Abraham Lincoln y sus voluntarios significaron el compromiso sin fin, la lucha eterna por la justicia social y la libertad. Costara lo que costara. Sin duda estas gentes, venidas del otro lado del ‘charco’ fueron –y son- un ejemplo de dignidad, de compromiso, de valentía y de solidaridad, es decir, de lo mejor que puede ofrecer la humanidad.