domingo, 25 de enero de 2015

Si el Estado español fuera fascista tú no podrías escribir esto

El desarrollo del fascismo y la propia dictadura fascista revisten en los distintos países formas diferentes, según las condiciones históricas, sociales y económicas, las particularidades nacionales y la posición internacional de cada país. En unos países, principalmente allí, donde el fascismo no cuenta con una amplia base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de la propia burguesía fascista es bastante dura, el fascismo no se decide inmediatamente a acabar con el parlamento y permite a los demás partidos burgueses, así como a la socialdemocracia, cierta legalidad. En otros países, donde la burguesía dominante teme el próximo estallido de la revolución, el fascismo establece el monopolio político ilimitado, bien de golpe y porrazo, bien intensificando cada vez más el terror y el ajuste de cuentas con todos los partidos y agrupaciones rivales, lo cual no excluye que el fascismo, en el momento en que se agudezca de un modo especial su situación, intente extender su base para combinar -sin alterar su carácter de clase- la dictadura terrorista abierta con una burda falsificación del parlamentarismo.

Así ponía fin Georgi Dimitrov en El fascismo y la clase obrera a las confusiones que aún hoy persisten en las mentes de la clase trabajadora del Estado español, por obra y gracia de la oligarquía y los reformistas que la siguen. 

Existen muchos mitos aún en el autoproclamado sector consciente de la clase trabajadora. Y el problema que eso engendra es que esas fantasías luego se transmiten por todas partes, y nos impiden hacer un análisis correcto y exhaustivo de la realidad en el Estado en el que nos encontramos. ¿De dónde ha salido la fábula de adjudicar cierto nivel de represión al fascismo?

Muches de elles, para más inri, sueltan opiniones como las que dan título a este artículo, basándose únicamente en el Franquismo, y sin conocer apenas datos sobre él. Así, montan un discurso cerrado que obvia todo contexto histórico, social o económico; lo que les lleva a que sus palabras no tengan ninguna validez.

Pero pongámonos en contexto. El fascismo es una reacción de la oligarquía contra el comunismo, tal y como ha reflejado el paso de la historia. ¿Ha existido entonces algún ejemplo que refleje lo que explica Dimitrov, esto es, un Estado fascista en el que exista parlamento y multipartidismo? La respuesta es sí. 

Por el momento, analizaremos dos casos: el Estado Búlgaro (del que era nativo Dimitrov), y el Reino de Italia, siendo éste último el que de seguro sorprenderá al o a la lectora. 

En 1923 Bulgaria sufrió un golpe de Estado promovido por los militares que, por las reformas que llevó a cabo, se caracterizó como fascista, pues ilegalizó al Partido Comunista, gracias a una Ley de Partidos y una Ley electoral nuevas. ¿Había elecciones y parlamento? Sí. ¿Pero cómo? ¡Magia! (o análisis erróneos, que también puede ser).

Tal es el ejemplo también de la llegada al poder de Mussolini. De la mano de los fasci di combattimento, aplastaron las huelgas generales del Partido Comunista d'Italia, y marcharon sobre Roma hasta llegar a Milán. Las burguesías y el ejército, ante esto, se volcaron en apoyo al Partido Fascista. Y allí, sobre la inestabilidad del país, el Rey Víctor Manuel III designó en Mussolini la responsabilidad de formar un gobierno.

De esta forma, se estableció la Ley Acerbo, que era una ley electoral que iba a dejar a los comunistas fuera del parlamento, e institucionalizó a los fasci en la Milizia Volontaria per la Sicurezza Nazionale. Mussolini obtendrá la mayoría del apoyo (316 votos a favor, contra 116 y 7 abstenciones). En 1925, el PCd'I, a petición del gobierno, será ilegalizado por considerarse subversivo. 

La anécdota de éste último caso viene a colación de que, mientras Italia era considerada fascista, ésta usaba el Estatuto Albertino, que había sido la carta magna usada también en Monarquía constitucional-parlamentaria.

Dicho parlamento dejaría de tener uso ya en 1943, cuando Mussolini funda la República Social Italiana en el sur de Italia. 

Todo esto significa que el fascismo no es algo estático y que, como todo, está sujeto también a la historia. Así, antes de afirmar según qué cosas, habría que estudiarla a ella, pues es imprescindible para hacer un análisis correcto de la realidad. Y quién sabe, quizás, al final, nos da alguna sorpresa.


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